Y después de su recital, atiende a todas las preguntas que entre el público van surgiendo, algunas de ellas preparadas en clase con sus profesores, otras imprevistas. Ella, Angelina, contesta a todas, a cada una de ellas contándonos sus anécdotas de vida, llenando de un lujo de detalles momentos que son históricos: la guerra que le tocó vivir con doce años y cuya impresión transmite leyendo su poema Memoria, la posguerra, su introducción en el mundo de las letras, su experiencia poética con sus colegas de generación, el teatro donde ha trabajado como actriz de doblaje y adaptadora de textos... a todas las preguntas ha respondido, excepto a una, la última: ¿qué siente cuando escribe? - le pregunta un muchacho.
- No sé, no tengo respuesta para esa pregunta - dice pensativa. -No creo que nadie la tenga, algunos pueden inventársela para quedar bien, yo también podría, pero sinceramente, no sé. Es un misterio y cómo tal no se puede explicar.
- ¡Qué grande!- se le escapa a un chaval cercano a mí y me dejo quitar la frase. Porqué desde mi puesto de honor, primera fila, frente a Angelina, me siento integrada en este alumnado inquieto, emocionado, participativo de ese misterio que a todos nos ha tocado por unos segundos con su varita mágica.
Ella, que dice haber encontrado en la poesía un refugio desde su infancia difícil, también está emocionada y sonríe al vivir este encuentro, con esta juventud que se interesa tanto por su experiencia y que aumentan el silencio para captar lo que no llega a través del micrófono.
Este año 2015 tenemos una gran suerte en Vallecas. Podemos disfrutar del valioso tesoro humano que representa Angelina Gatell, la cual, a pesar de su edad, se está acercando a los colegios, institutos, centros culturales, para regalar toda la cultura, la historia, la Poesía, su conocimiento y experiencia de la que podemos aprender, debemos aprender al escucharla.